En su columna semanal en El Aire de Aquí, el reconocido profesor, historiador y responsable de la editorial de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), Ernesto Salas, nos sumerge en una historia profundamente conmovedora que resuena en los rincones más remotos de la memoria argentina.
Tomás Francisco Toconás, un humilde campesino tucumano, emerge como protagonista de esta crónica, que nos transporta a los convulsionados años 70 en Argentina. Si bien nunca había incursionado en la política formal, su admiración por Juan Perón y el deseo de honrar la memoria de su amigo “El Zurdo” Giménez, asesinado por los militares, lo llevaron a enrolarse en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
El trágico desenlace de Toconás llega durante el Operativo Independencia en julio de 1975, cuando es capturado, sometido a crueles torturas y, finalmente, arrojado desde un helicóptero militar. Su cuerpo cae en Pozo Hondo, Santiago del Estero, desatando una serie de acontecimientos que lo convertirían en un símbolo de resistencia y lucha popular.
El relato de Salas nos sumerge en el aura mítica que rodea a Toconás, a quien muchos tucumanos comenzaron a venerar como un santo militante, atribuyéndole poderes sobrenaturales y solicitándole favores y protección. Sin embargo, su verdadera identidad permaneció oculta durante años, ya que sus restos fueron enterrados como NN, hasta que en 2010 el Equipo Argentino de Antropología Forense logró identificarlos.
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