Darío Becchetti, columnista de Análisis Político-Comunicacional, sobre si está en riesgo la libertad de expresión en el marco de los debates sobre la regulación y lucha contra las fakes news
El jueves las cadenas ABC, NBC y MSNBC interrumpieron el discurso de Trump para agregar que no había elementos para afirmar que hubo algún fraude. Twitter ya había tapado varios de sus tuits refiriéndose al tema.
Más allá de la polémica, porque efectivamente no hay pruebas que avalen la idea de un fraude, el presidente en ejercicio estaba compartiendo su opinión sobre las elecciones. Estas cadenas de noticias empezaron a transmitir el discurso y lo cortaron cuando su contenido no les gustó. El tema es abstraernos de Trump: pensar en un medio privado cortando el mensaje de un presidente o presidenta porque no les gusta el contenido. Para agravar un poco más el cuadro, quien decide censurar este mensaje es un medio privado. Quien está decidiendo sobre la libertad de expresión de Trump, es una cadena privada comercial. No es un ente publico, ni una representación de la voluntad popular. También es válido preguntarse, cómo se interviene frente a discursos de odio? Si mañana Biondini llama a conferencia de prensa para recitar “Mi Lucha”, censurarlo ¿es coartar su libertad de expresión? ¿a los discursos de odio los podemos combatir con canciones de Víctor Jara? La libertad de expresión es un derecho humano universal consagrado. El problema es cómo logramos mantener los consensos sobre su importancia sin validar discursos peligrosos para la convivencia democrática. Esa es la discusión que hace años se da en medios de comunicación y cada vez está más presente en las redes sociales”.