A partir de las diversas investigaciones que se llevan adelante sobre el espionaje ilegal durante el gobierno de Cambiemos se revela la extensión y la magnitud de esta actividad, que aparece como una de las herramientas utilizadas por Mauricio Macri para manipular a la opinión pública, intentar someter a la oposición y a muchos de los integrantes de su propia fuerza política.
Para conversar acerca de este tema nos comunicamos con Ricardo Ragendorfer, destacado periodista de investigación, que conoce a fondo las relaciones entre el mundo delictivo, el espionaje y la política.
“El caso D’Alessio, que se hizo público hace más de un año, fue el primer signo visible de lo que ya se denominaba entonces la lawfare: la alianza entre sectores de la justicia, del periodismo y agentes de inteligencia vinculados al régimen macrista. Ahora, con el estallido del tema del espionaje que se efectuaba desde la Agencia Federal de Inteligencia, podemos decir que estamos ante una organización criminal enquistada en el Estado, en cuyo pináculo todo conduce a suponer que está el ex presidente Mauricio Macri” reflexiona el periodista.
Ragendorfer recuerda que, junto a Walter Goobar, hace más de 10 años revelaron en el periódico Miradas al Sur, las maniobras de espionaje llevadas adelante por el espía Ciro James, bajo las órdenes de Mauricio Macri, entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ese caso, que lo llevó a asumir la presidencia en condición de procesado, incluyó también el espionaje a ciertos aliados, como Horacio Rodríguez Larreta y a los propios familiares, como su hermana Sandra y su marido. Hay similitudes entre aquella operación y ésta, sólo que la actual tiene una dimensión mucho mayor ya que, desde la Casa Rosada, Macri manejaba todos los resortes del Estado.
“Todavía no se conoce la verdadera magnitud, pero día a día, a través de las investigaciones, está creciendo todo como una enorme bola de nieve.”, estima. “Resulta curioso que, además de espiar opositores, es funcionarios kirchneristas, empresarios que tenían cierta rivalidad política o económica con las empresas de Mauricio Macri y a integrantes del espacio político del ex presidente, los propios ejecutores de estas maniobras se espiaban entre ellos, en consecuencia esto debería ser investigado desde el campo de la justicia y de la política sino también de la psiquiatría”, ironiza el periodista.
En cuanto a la participación del periodismo en el lawfare, Ragendorfer observa que quienes participan de esta maniobra son voluntariamente manipulados: “En el caso D’Alessio está hasta las manos Daniel Santoro; en las operaciones del grupo de la AFI llamado Super Mario Bros aparece en un papel muy importante Luis Majul. A medida que avanza la investigación, todas estas personas están cada vez más comprometidas. Desde tiempos inmemoriales algunos periodistas estaban vinculados a servicios de inteligencia, pero en el pasado, ese carácter bifronte era individual. Ahora, ya no los individuos, sino ciertas empresas periodísticas son funcionales o tiene un acuerdo de colaboración con las agencias de inteligencia.”
En cuanto al involucramiento del Poder Judicial, el periodista evalúa que es toda la justicia federal, salvo honrosísimas excepciones como los jueces Daniel Rafecas y Sebastián Casanello. Recuerda que hace muchos años, el juez Juan José Galeano –a cargo del caso Amia- se divorció. Al hacer la separación de bienes la esposa declaró ante la jueza de familia que sustanciaba el caso, los ingresos de su marido, diez mil pesos. La jueza le preguntó cómo podía ser, si esa cifra duplicaba el sueldo que le correspondía como magistrado. La esposa que le respondió que cinco mil era el sueldo que recibía de la justicia y otros cinco mil le entregaba la SIDE.
Por último Ragendorfer considera que, aunque no está probado, hay determinadas cusas que sugieren la influencia de agencias de inteligencia extranjeras en causas que tienen que ver con la lawfare, como la del memorándum de entendimiento con Irán y la referente al suicidio del fiscal Alberto Nisman. Desde el Siglo XIX los servicios de inteligencia fueron y son la cloaca del Estado”, concluye.