Darío Becchetti, Columnista de Análisis Político-Comunicacional, sobre el apoyo de Twitter a la iniciativa de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para debatir estándares internacionales de libertad de expresión
“El bloqueo a las cuentas de Donald Trump movilizó un debate sobre la necesidad y los límites de la regulación a los discursos de odio en redes. Efectivamente, es necesario intervenir frente a la peligrosa circulación de algunos discursos, pero al mismo tiempo, es válido preguntarse por el modo y en qué casos hacerlo. El bloqueo a las cuentas en redes sociales de Trump, un presidente por entonces en ejercicio, y que ganó su lugar en elecciones, fue decidido por un pequeñísimo grupo de empresarios privados que se pusieron por encima del Estado para imponer su propia regulación. Efectivamente Trump emitió mensajes muy peligrosos, pero la democracia también tiene sus formas de regularse: Joe Biden fue el candidato más votado en la historia de los Estados Unidos. Una movilización sin precedentes, en medio de una pandemia, echó a Trump de la Casa Blanca. En este contexto, la CIDH planteó que “bloqueos masivos, remoción de contenidos, y suspensión permanente de usuarios en internet son medidas severas que deben ser evaluadas a la luz de estándares internacionales de libertad de expresión”. Esto que denuncia la CIDH es precisamente lo que hizo Twitter”.