Síntesis de la entrevista al doctor en Ciencias Sociales Gabriel Merino. El especialista se refirió a la secuencia histórica de la aparición del concepto de guerra híbrida desde la década del 90 a la actualidad y cómo, a partir de 2014, se trata no sólo de una forma específica de encarar lo bélico, sino como el estado general de la situación entre Estados Unidos y los polos emergentes. Esto coincide con un proceso de autonomización de América Latina y se comienzan a observar como se comienzan a desarrollar elementos propios de la guerra híbrida en la región. En el marco de un conflicto que tiene como centro a Eurasia, “la región está definiendo si se mantiene como patio trasero y periferia del occidente geopolítico o es un poder emergente”. El préstamo del FMI es parte del proceso de tratar de alinear a la región. Argentina quedó atada a un acuerdo que implica permanentemente la negociación geopolítica, lo que se hizo evidente en el viaje de Alberto Fernández. Estados Unidos dictó lo que no acepta y lo que permite respecto al vínculo entre nuestro país y China y el tema del litio. La guerra híbrida no es sólo interestatal, sino que también se expresa en fuerzas político sociales que atraviesan los estados. Tienen medios de comunicación, tanques de pensamientos, ONGs, estructuras de formación de cuadros. “Lo primero es abrir el debate y diagnosticar la situación de la guerra mundial híbrida y lo que implica, que es la situación fundamental que ordena el escenario político mundial. Es clave es entender que hay una dinámica de puja de fuerzas político sociales en un sistema global cada vez más interdependiente. Hay que fortalecer las fuerzas político sociales que den las discusiones, ertebren proyectos y tengan la capacidad de conducir e irradiar desde un estado, incluso a nivel regional latinoamericano para constituir una estatalidad continental. Pensar en las dimensiones de poder que hay que desarrollar para tener fortalezas frente a este escenario de transición.”