Mientras los medios de comunicación hegemónicos y un sector importante de Cambiemos impulsan una campaña de odio y desestabilización, es cada vez más imperioso que, desde el gobierno y el campo popular, se defina una estrategia para encarar la llamada disputa por el sentido.Tal vez la experiencia más exitosa en este campo, en los últimos años, sea la del movimiento de mujeres, que ha logrado revertir el sentido común mayoritario establecido por el patriarcado.
Conversamos sobre este tema con la socióloga, docente, investigadora, militante feminista, Dora Barrancos, que hoy es asesora del presidente Alberto Fernández.
Barrancos recuerda que alguna vez dio una charla que se titulaba “El sentido común del patriarcado no tiene sentido”. Destaca que desde hace unos 8000 años la humanidad está patriarcalizada. “Nunca se ha encontrado de manera tan amplia, rotunda y derramada en tantas mujeres, un reto que consiste en derrumbar, ponerle fin a la injuriosa estupidez y a la hostilidad violenta que ha tenido y siguen teniendo las raíces patriarcales. Ha crecido, por lo menos en los últimos 10 años, el sentimiento de una subjetividad insubordinada al patriarcado. Tiene que ver con algunas circunstancias. Una es la gran convocatoria que han sido siempre los encuentros nacionales de mujeres. Fueron una oportunidad muy grande y muy particular para que muchas mujeres que no eran feministas, pero que concurrieron a los encuentros y salieron de ellos con manifestaciones nuevas. Es notable: ir de un modo y salir de otro gracias a esa experiencia de comunidad de mujeres. Esta es una particularidad argentina, no existe la experiencia de encuentros nacionales en América Latina y creo que tampoco en el mundo. Hay que destacar la continuidad, año tras año, más allá de las dificultades, los obstáculos y las disidencias.”
“El otro gran fenómeno es, desde 2015, el movimiento ‘Ni una menos’, que fue muy convocante para la sociedad argentina pero que, sobre todo, interpeló a las propias mujeres. Es una invitación a salirse del sentido común. El ‘esto siempre ha sido así, no puede ser modificado’, tiene una gran revocación con esta manifestación que llamamos el ‘Ni una menos’. Esta ha sido una extraordinaria provocación para las generaciones más jóvenes, que son ahora la apuesta que tenemos para que la renovación del cóncavo feminista sea multiplicada. Hay una suerte de interrupción del sentido común opresor patriarcal”, reflexiona.
“Las modificaciones sustanciales se producen primero como un registro en el orden de los sentimientos. Para que haya cambios en la intelección, en la conceptuación, tiene que haber primero un movimiento sísmico en el orden de las emociones y los sentimientos. Raymond Williams dice que es la estructura de sentimientos la que produce un cambio en la cultura. Luego se instalan las ideas, los conceptos, pero tiene que haber ese movimiento de sentimientos. La política se tramita con pasiones, con emoción, desde luego también con cognición y ciertas estandarizaciones del pensamiento. Lo que está ocurriendo ahora es una desestabilización de la antigua estructura de sentimientos. Siempre dije que el triunfo del patriarcado no está en la regencia, en la hegemonía o en el privilegio que han usufructuado los varones, sino en habernos hecho creer a las mujeres que eso era inexorable”, destaca.
La socióloga continúa el razonamiento: “Hoy estamos en otra geografía mental y emocional. Creo que es por ahí donde se avizoran los cambios que van a sobrevenir. Estoy segura de que, en este gobierno, hay una completa convicción acerca de que es inexorable un cambio que tienda a la equidad sexogenérica junto con la equidad social”.
Barrancos analiza las causas de la amplitud del movimiento de mujeres: “Los sistemas de desigualdad tienen muchos ejes. Uno que es obvio es la desigualdad de clase, que fue muy estructurante del orden de sentimientos de mi generación. Pero sobre esa situación, es mucho más consistente desde el orden de los tiempos la desigualdad entre los géneros, que es anterior a la desigualdad por adueñamiento de recursos. La primera experiencia de adueñamiento que conocieron nuestras poblaciones primitivas es la de los cuerpos femeninos. El orden de la desigualdad social se compadece con el de la desigualdad sexogenérica. Hoy, se ha conseguido un grado de sensibilidades, de apreciaciones, de advertencias, muy largo. No me parece que sea por el texto, por la bibliografía feminista. Nosotras éramos un grupo relativamente reducido de mujeres que pensábamos de otra manera. Nos preguntábamos como era posible que no interpele a otras mujeres ese sentimiento. Es probable que tuviéramos una estrategia bastante equivocada. Las feministas constituíamos hace años guetos y había manifestaciones de ‘feministómetro’. Ahora estamos frente a un derrame que tiene muchísimo que ver con una estructura de sentimientos nuevos y luego, también, con una interpelación a los textos. Las jóvenes se han prometido no repetir los errores de madres y abuelas y, desde luego, ciertas desarticulaciones que tiene el folletín de la masculinidad por parte del patriarcado. Hay un cambio de época”.
La investigadora relaciona estos cambios con la actualidad política: “Las mujeres no solamente tenemos muchísimo que decir, tenemos muchísimo que hacer. Hay un pacto que no está escrito, es de sensibilidades, respecto de cargos importantes para las mujeres. Este es un aspecto de la gobernanza. En este momento, por primera vez, hay mujeres que están al frente de organismos enormes del Estado: la AFIP, la ANSES, el INTA, la Agencia Federal de Inteligencia, el Sistema Penitenciario Federal. Esto provoca la idea de que, en esta gobernanza, el pacto de reconocimiento a las mujeres está en franco progreso. La otra perspectiva es que, en esta temporada larga en que no nos podemos movilizarnos físicamente, hay una actividad militante a través de plataformas extraordinaria. Yo avizoro ahí el gran sentido de esta oportunidad. Las mujeres, en este gran megafrente, son un dispositivo fundamental con el que hay que contar. ¿Cómo olvidar el papel que cumplen las mujeres en el frente de cocina dando de comer? Algunas incluso alcanzadas por el Covid. Esto es lo que debemos ver como término positivo y optimista. Las mujeres están asegurando las retaguardias, inclusive la morigeración de los términos más duros de las hostilidades. En estos momentos estamos con marcos de sobrehostilidad porque la Argentina, tan ocluida, está encontrando el oxígeno. Pensemos: renegociación de la deuda, la posibilidad de llevar al Congreso una estructura presupuestaria que tiene previsión de perspectiva de género, no sólo en el Ministerio de Mujeres y Diversidad, Hay una manifestación activa de las mujeres que están comprometidas con este cambio de época. Con ellas hay que contar para moderar los términos más adustos y más dolorosos de las diatribas con las que tenemos que lidiar en este momento”