
En una contundente declaración pública, la Vicaría de la Solidaridad de la Diócesis de Quilmes, que comprende también los partidos de Florencio Varela y Berazategui, denunció el alarmante clima de odio, persecución y exclusión que atraviesa la Argentina. El documento, titulado “Disolver el odio”, busca ser una voz pastoral frente al avance del discurso individualista y las prácticas políticas que atentan contra la dignidad humana.
Radio UNAJ conversó con el Padre Ignacio Blanco, miembro del Departamento de Pastoral Social / Justicia y Paz, quien remarcó que el contexto actual exige “no dejar lugares en blanco” ante el avance de discursos que “bastardean la política” y “naturalizan la exclusión”.
“Parece que la voz que invade es la del odio, la del sálvese quien pueda. Pero creemos en otro proyecto: el colectivo, el que nace desde los pobres y apunta a la fraternidad”, afirmó el sacerdote.
La paradoja de los “héroes” bastardeados
Uno de los puntos centrales del documento denuncia la degradación de las condiciones laborales del personal de salud, con menciones explícitas al Hospital Garrahan y al Hospital El Cruce. “A los que aplaudíamos como mártires de la pandemia, hoy se les paga con sueldos de hambre”, expresó Blanco. La frase fue sugerida por el propio obispo de Quilmes, Mons. Carlos Tissera, al revisar el texto final.
“La proscripción de Cristina es un signo de odio de clase”
Consultado sobre el panorama político, el Padre Ignacio Blanco fue enfático al hablar del ataque a la democracia. Denunció la persecución judicial a dirigentes sociales y políticos, incluyendo a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, a quien visitó recientemente junto al Padre Paco Olveira.
“Lo que hay es una proscripción. Esto es antiperonismo y es odio de clase. Yo creí que no iba a volver a vivir algo así”, sostuvo con emoción.
Ausentismo electoral y descrédito democrático
El documento también señala con preocupación el creciente ausentismo electoral como síntoma del descreimiento en la democracia como herramienta de transformación. “Se bastardearon las palabras política y democracia, y se pavimentó el camino para el imperio de los negocios más vergonzosos del poder concentrado”, reza el texto.
Blanco remarcó que frente a este contexto, “el pueblo pobre resiste con una paciencia admirable, pero no sabemos hasta cuándo”. Y denunció el crecimiento de la desigualdad: “Hay gente que compra camionetas 4×4 en Hudson mientras otros no tienen qué comer”.
El modelo migratorio y la fractura social
Otro de los ejes del pronunciamiento es la defensa del modelo migratorio argentino, ante el avance de discursos que excluyen a migrantes de países vecinos. “Nos alejamos de una misma identidad que compartimos con hermanos bolivianos, paraguayos, uruguayos. Es un retroceso lamentable”, indicó.
El documento concluye con una reafirmación del compromiso cristiano: “Creyentes del Dios de la Vida seguiremos buscando ser testigos fieles del Reino, donde los últimos serán los primeros en sentarse a la mesa de la esperanza”.
El mensaje de la Iglesia de Quilmes vuelve a poner en el centro el Evangelio de la justicia social, el cuidado de los más frágiles y la necesidad de reconstruir una democracia al servicio del pueblo. En un contexto donde muchas voces callan, Disolver el odio es un grito pastoral que incomoda, interpela y llama a construir desde el amor colectivo.