La recuperación de la Argentina pospandemia implica no sólo llevar adelante iniciativas novedosas en el campo de la economía sino que, para implementar políticas que seguramente van a afectar a algunos intereses, es indispensable sostener una disputa en el campo de las ideas y de la comunicación. En el presente, podemos darnos una idea acerca de este tema: medidas tan racionales como la cuarentena y la expropiación de una empresa quebrada se encuentran con la rígida oposición de una parte de la ciudadanía, fogoneada por los medios de comunicación hegemónicos.
Para reflexionar acerca de este tema conversamos con Carlos Caramello, periodista, escritor, docente y especialista en comunicación política.
“Existe una oposición cerril y abigarrada que es ni más ni menos que antiperonista. Hay un sector de la comunicación que se dirige a éste sector, que no es un segmento chico” afirma el entrevistado en relación a algunas declaraciones televisivas muy agresivas producidas esta semana. “ Pero hay otro juego, mundial, del que habla el filósofo Franco “Bifo” Berardi, que acaba de sacar un libro donde habla del semiocapitalismo, que pasa por las redes”, advierte.
“Berardi explica que, cuando se instala desde el capitalismo una forma de contacto que trasciende la sensibilidad y la sensitividad que nosotros tenemos conocida, la capacidad de detectar lo indetectable para sentir los signos de sufrimiento y placer del otro, lo que hace es distanciar los cuerpos. Al hacerlo, se pierde esa capacidad, se entra en una especie de mutación tecnológica de los propios sentidos. Karl Marx habla del individuo como aislado y abstracto, y dice que ese ése es un sistema de producción y distribución social distinto al del trabajador, que está en contacto con sus pares. En estos días estamos discutiendo en el Congreso el teletrabajo. ¡Estamos trabajando para ellos!” Enfatiza.
Caramello considera que es necesario contar con un gobierno y un presidente que no considere a la comunicación como un negocio. “Lo primero que tendría que observar el gobierno es que hay que oponerle a los 370 medios concentrados que navegan bajo la nave insignia de Clarín, 3700 o 37.000 medios populares. Hay que tomar una clara decisión en ese sentido, no tabicar a quienes tienen una clara decisión de no atentar contra este gobierno, acompañarlos en vez de estar poniendo la escasa pauta oficial para medios que se financian de otra manera”, detalla.
En cuanto a la necesidad de acciones de gobierno en referencia a la información, las redes y los medios públicos: “Hay una cosa light de no quedar mal con nadie, lo que transforma a la comunicación en algo absolutamente tibio que no le interesa a nadie”
“Se debería brindar información basada en hechos, narrados de manera interesante –el Estado padece de solemnidad y aburrimiento, los medios públicos deben servir a la necesidad de construir hegemonía de pensamiento, no de gobierno”, reflexiona.
Por último se refiere a los festejos del Bicentenario que tuvieron lugar en 2010, como el mejor ejemplo de lo que se debe hacer. “Gente circulando y hablando de las cosas. Ahí tenés la diversión, lo masivo de la comunicación y la construcción de la hegemonía de pensamiento. Yo creo que en este momento deberíamos estar pensando en que a la salida de la cuarentena deberíamos romper con el semiocapitalismo para volver a juntar los cuerpos”, concluye.