Hablamos con Pablo Verna, integrante de “Historias Desobedientes” sobre su declaración en el juicio llamado “Contraofensiva Montonera” . Es el hijo del médico y ex capitán del Ejército Julio Alejandro Verna. Contó ante los jueces lo que su padre admitió en privado, pero nunca ante la Justicia: que participó de los vuelos de la muerte inyectando tranquilizantes a las víctimas para adormecerlas. “Mi padre fue anestesista de los vuelos de la muerte”, declaró.
Pablo Verna es autor del proyecto de ley que para poder denunciar a sus padres, los hijos e hijas de genocidas del grupo “Historias Desobedientes” presentaron en el Congreso en noviembre de 2017, con el que buscan modificar los artículos 178 y 242 para que exima de la prohibición de denunciar o testificar contra ascendiente o descendiente en los casos de delitos de lesa humanidad. “La verdad es muy duro, muy difícil, pero la verdad es que hay mucha carga emocional positiva y un posicionamiento ético y en el año 2017 tuvimos esta increíble oportunidad de incluirnos. Veníamos como ovejas negras en cada familia, esto de reunirnos nos posibilitó reunir más energía para este camino que veníamos haciendo de justicia. En 2017 con el colectivo nos presentamos para que sacaran estos impedimentos legales para declarar en casos de lesa humanidad cometidos por padres o familiares. El martes 2 de julio fue un día muy importante porque esos mandatos de silencio, que los vivimos dentro de nuestras familias, hay una sociedad que los está queriendo escuchar y que necesitamos contar: tienen que salir a la luz”.
Sobre su declaración en el juicio contó que “Aporté los hechos que mi padre me admitió: haber participado en los vuelos de la muerte inyectando a las personas que arrojaban al mar. Viajaba en los aviones, sólo inyectaba, acompañando toda la ejecución de ese crimen como garantía de que por cualquier situación hubiera un médico. Además, él participaba de los secuestros con una función similar. Y también en el asesinato de 4 personas, inyectadas, metidas en un auto, que tiraron a un río y se murieron ahogados porque no podían moverse. Éste último hecho se lo cuenta él a otro familiar que me lo dice a mí. Lo de los vuelos de la muerte y secuestros me lo termina admitiendo que era así“.
“Cuando estábamos con la bandera de “Historias Desobedientes, familiares de genocidas por la memoria, verdad y justicia” pienso que a la militancia de muchos años les costaba entenderlo, y es lógico. Por supuesto que la desconfianza en el momento inicial es comprensible, y puede haber quien siga sintiendo resquemor: nos dejamos de ser los hijos de quienes cometieron estos crímenes contra la humanidad. Pero se van despejando las dudas. Por supuesto que venimos de historias muy distintas, venimos del germen de las familias de los que cometieron estos crímenes. Hoy que pudimos hacer conciencia y romper, trascender estos mandatos de silencio, estamos en la misma vereda, eso es un encuentro muy importante”.