En Florencio Varela, un emprendimiento textil se ganó un espacio en el corazón de la comunidad universitaria y más allá. Sabrina Montenegro, estudiante de Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), junto a su hermana Magalí, estudiante de la UBAM, creó un negocio que trasciende el mero comercio de indumentaria para convertirse en un símbolo de la educación pública y la identidad estudiantil.
El proyecto comenzó en 2020, un año marcado por desafíos globales sin precedentes debido a la pandemia de COVID-19. Con las clases suspendidas y un futuro incierto, las hermanas Montenegro decidieron transformar su pequeño taller de textiles en una empresa con un propósito claro: producir buzos universitarios de alta calidad. Lo que empezó como una modesta iniciativa para mantenerse activas durante el confinamiento, rápidamente se transformó en algo mucho mayor.
Los buzos, adornados con los logos de instituciones educativas respetadas como la UNAJ y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), pronto captaron la atención de la comunidad estudiantil. No se trataba solo de la calidad del producto, sino también del mensaje que llevaban: un fuerte respaldo a la educación pública y gratuita en Argentina. “Queríamos hacer algo que representara nuestros valores y nuestra educación”, comenta Sabrina. “Cada buzo que vendemos es una declaración de principios”.
El impacto de los buzos se magnificó cuando figuras públicas, incluida la ex-presidenta Cristina Fernández de Kirchner, fueron vistas luciendo estas prendas. Este hecho no solo impulsó las ventas, sino que también elevó el perfil del emprendimiento, colocándolo en un lugar destacado dentro del debate nacional sobre la importancia de la educación pública.
La historia de estas emprendedoras no es solo un caso de éxito empresarial, sino un testimonio de cómo la visión, el compromiso con los valores y la conexión con la comunidad pueden transformar un pequeño proyecto en un fenómeno cultural. En un mundo que valora cada vez más el sentido y la sustancia en cada producto que compra, el emprendimiento de las hermanas Montenegro es un modelo a seguir.
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