Darío Becchetti, Columnista de Análisis Político-Comunicacional, sobre el acuerdo para el impuesto global mínimo a las multinacionales
“La semana pasada 136 naciones acordaron la implementación de un impuesto global mínimo a las multinacionales, que apunta casi directamente a la big tech que fueron las grandes ganadoras de la pandemia.
El gravamen global será 15% sobre los beneficios de las multinacionales a partir de 2023 e incluye un esquema de redistribución para que las empresas tributen en los países donde obtienen los beneficios.
Acá había un debate importante, porque las multinacionales en general y las big tech en particular están radicadas en guaridas fiscales. Esto quiere decir que obtienen ganancias en todo el mundo, pero solo tributan en donde pagan muy poco o nada. Es un avance significativo que tenga que empezar a tributar donde generan ganancias.
El problema es que 15% es muy poco. Martín Guzmán planteó que debía ser al menos un 25% para que sea realmente importante y que en todo caso, 15% debía ser un piso. Finalmente el 15% fue el techo, rompiendo el concepto original del impuesto, cuya idea era redistribuir esa recaudación para los países en desarrollo. El problema es que con el 15% actual como techo, para los 52 países en desarrollo, el mecanismo de redistribución supondrá un aumento de apenas el 0,02% de su PBI.
Teniendo en cuenta las ganancias extraordinarias que manejan estas empresas, el número tiene sabor a muy poco.
3 países tuvieron un rol importante en que 15% sea el techo y no el piso: Irlanda, Hungría y Estonia. Aunque suenen a territorios de relativa importancia en la geopolítica, los 3 son sedes de guaridas fiscales. En Dublín tienen su domicilio legal Facebook, Google y Apple por ejemplo. Aunque transformarse en guarida fiscal suele ser un recurso de países poco industrializados, esa tendencia parece estar cambiando con el avance del capitalismo financiero: en los pandora papers se observan muchas cuentas off shore en Estados Unidos.
Mientras tanto, en nuestro país Martín Tetaz y Vidal firman compromisos para no subir ni crear nuevos impuestos. Este discurso es peligroso y corre el eje de esta tendencia mundial, que también se expresa en Argentina: legitimar que solo los pobres paguen impuestos”.