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Eduardo Rinesi: En Argentina, Cualquiera Que Parece Amenazar Algo De La Propiedad Privada Aparece Como Un Personaje Subversivo, No Sólo Del Orden Social, Sino Del Cosmos Entero
Pensar en la salida de la crisis de la Argentina post pandemia requiere no sólo implementar novedosas medidas económicas sino consolidar un escenario político que haga posible su aplicación. En las últimas semanas, la oposición política y mediática ha endurecido sus posturas y recurrido a un discurso de odio, que aparece como una constante frente a los gobiernos populares.
Para reflexionar sobre este tema llamamos a Eduardo Rinesi, un destacado politólogo y filósofo que fue rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
“Es necesario desmontar un modo de construcción de los relatos y de las discusiones públicas estructurado como un discurso de odio y descalificación de las posiciones que se sostienen desde las perspectivas dominantes, sobre todo de los medios y los intereses económicos que éstos representan”, explica Rinesi. “Es necesario desmontar eso con discursos alternativos, una narrativa política democrática, construir escenas de discusión leal sobre las distintas posiciones que pueden estar en pugna en una sociedad”, continúa.
“Cuarenta años después de la dictadura es necesario rescatar algunos principios de la convivencia democrática porque algunos actores económicos, mediáticos y políticos los tratan con una particular irresponsabilidad y desprecio. Hay que pensar cómo se construyen lazos de reconocimiento, de posibilidad de incorporación del otro en un espacio de conversación legítimo. Construir grandes consensos colectivos. Hay un problema, que es el de la concentración de medios, que disparan contra una ciudadanía inerme”, detalla.
Rinesi reflexiona: “Es un error suponer que los discursos que defienden a ciertos sectores económicos deben encontrar receptividad solamente en quienes comparten esos intereses. La respuesta política de la ciudadanía no es una función directa de la pertenencia de clase. Es más complicado, porque existe en nuestra sociedad una cosa que la filosofía política viene pensando desde hace mucho tiempo que se llama ideología. Es un modo de construcción de los sentidos en el que hay dos vectores fundamentales: uno es la tendencia a naturalizar situaciones que se presentan como eternas, ahistóricas, parte de la naturaleza misma de las cosas. El que dice, en la Argentina, ‘la propiedad privada es un derecho’ no está diciendo una mentira, lo que hace es omitir las condiciones que vuelven verdadera a esa frase, omite su historicidad y la hace aparecer como parte de la naturaleza misma de las cosas. Entonces cualquiera que parece amenazar algo de la propiedad privada aparece como un personaje subversivo no sólo del orden social sino del cosmos entero”, ironiza. “Hay otro factor que son los procesos de identificación de los sujetos con posiciones que son muy distintas, muy alejadas y a veces contrapuestas a las propias.”
El politólogo explica, en cuanto a la relación los gobiernos populares con el poder económico, que pensar que se mantiene cerca de una construcción política a sectores determinados, concediéndoles beneficios económicos, forma parte del mismo tipo de razonamiento economicista. La pregunta “cómo puede ser que no nos voten si nunca hicieron tanta plata como con nosotros” no sintoniza con los modos en que funcionan las cabezas de las personas. “No tienden a agradecer lo que ellos suponen que forma parte de la naturaleza. Allí también el kirchnerismo tuvo algún problemita. Nos llenamos la boca diciendo que tal o cual cosa es un derecho y, a la hora de las elecciones pretendíamos cobrarlos en términos de adhesiones y de votos. Los derechos no se dan, se tienen, y lo que hacen los gobiernos es reconocerlos.”
Rinesi también se refirió al concepto de hegemonía, una palabra que considera incluye la idea de lucha, de disputa permanente, de una no conclusión, de una cierta superioridad de un discurso sobre otro. “Hubo una época reciente en la que una cierta narrativa, asociada a valores muy importantes como la libertad y los derechos, se convirtió en bastante mayoritaria. Hubo después un retroceso muy importante. Hoy estamos en una cierta incertidumbre”, destaca.
“En diciembre inició su jornada, con una retórica que a mí me gusta mucho, un líder que no es comparable a los que tuvimos en décadas anteriores. La figura de Alberto Fernandez me recuerda a una expresión que usaba mi querido amigo y maestro Oscar Landi: decía que Alfonsín tenía una especie de carisma manso. Me parece que Alberto Fernández toma del gran movimiento de mujeres la idea de cuidado, porque tiene un oído muy atento a las novedades políticas de su tiempo. La retórica albertista es muy alfonsinista, de un Alfonsín peronizado. Esa combinación hace de Alberto Fernández un líder muy interesante para el tiempo que tenemos. Me parece que en esa incorporación de distintas tradiciones discursivas y políticas se construye, muy problemáticamente y de modos nunca cerrados, la discusión por la hegemonía. Hay que construir contra el discurso del odio una retórica y un conjunto de prácticas democráticas de reencuentro de nuestras voces”, concluye.

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